Pincha la imagen verás 168 fotos (na menos) de la actividad.El sábado 18 de abril de 2009 los Ojancos nos adentramos en las profundidades de la tierra y tuvimos la oportunidad de hacer espeleología, de mano de la Unión de espeleólogos de Valladolid. La cueva de Basconcillos del Tozo, en la provincia de Burgos, fue la cueva que exploramos. Antes de salir nos equipamos con nuestros monos, botas de agua, cascos, frontales y carbureros, así comenzó la aventura.
La entrada a la cueva fue por una grieta, la que tumbados boca arriba un par de metros, conseguimos superar. A partir de ahí una gran cavidad se abrió y pudimos pasear por la cueva. En la parte más profunda de la cueva un cauce, en ese momento seco, pero lleno de barro, sirvió a algún valiente Ojanco a llenar de barro a los demás, cosa que provocó una pequeña batalla donde el fango alcanzó, monos, caras y alguna que otra oreja fruto del reboce.
A mediodía salimos a la superficie a reponer fuerzas. Por la tarde volvimos a entrar en la misma cueva pero por otro entrada, un paraje espectacularmente bonito donde un riachuelo entraba también en la cueva y desaparecía en sus profundidades.
El paseo fue precioso, sin pasos complicados y con el buen humor presente en todo el trayecto.
Una vez fuera, y después de limpiar y recoger el equipo, repusimos líquidos en el bar del pueblo y volvimos a Valladolid. Parecía que el día no había sido de una gran exigencia física pero todos notabamos el cansancio reconfortante de un día en la naturaleza.
¿Cuando llegará la siguiente salida?
La entrada a la cueva fue por una grieta, la que tumbados boca arriba un par de metros, conseguimos superar. A partir de ahí una gran cavidad se abrió y pudimos pasear por la cueva. En la parte más profunda de la cueva un cauce, en ese momento seco, pero lleno de barro, sirvió a algún valiente Ojanco a llenar de barro a los demás, cosa que provocó una pequeña batalla donde el fango alcanzó, monos, caras y alguna que otra oreja fruto del reboce.
A mediodía salimos a la superficie a reponer fuerzas. Por la tarde volvimos a entrar en la misma cueva pero por otro entrada, un paraje espectacularmente bonito donde un riachuelo entraba también en la cueva y desaparecía en sus profundidades.
El paseo fue precioso, sin pasos complicados y con el buen humor presente en todo el trayecto.
Una vez fuera, y después de limpiar y recoger el equipo, repusimos líquidos en el bar del pueblo y volvimos a Valladolid. Parecía que el día no había sido de una gran exigencia física pero todos notabamos el cansancio reconfortante de un día en la naturaleza.
¿Cuando llegará la siguiente salida?
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